Creo que una de las tantas cosas que me
llevo a venir hasta Buzios es la lucha interna por querer controlar mi destino.
Sumado a las ganas de conocer, la idea de aventura, etcétera.
¿Por qué controlar mi destino?, siempre me
repito a mi mismo que soy capaz de hacer y resolver cualquier proyecto que me
planteo. Me hace sentir que controlo mi vida a pleno. Llámenle ilusión de
seguridad o como quieran, eso es lo que siento.
Ya se habrán dado cuenta que soy un fanático
del control, y organizar este viaje que en un principio parecía lejano e
imposible me pareció un desafío acorde para ponerme a prueba.
Ya llevo más de 10 días en Buzios, se
podría decir que ya demostré lo que me quería probar a mí mismo, que es el
momento de empezar a sentirme orgulloso, disfrutar de las cosas simples que
ofrece una ciudad tan linda y llena de vida, y trazar nuevos proyectos ¿Por qué
no? Pero si no existiera un conflicto no habría razón para relatarlo. La verdad
es que si, llegue y estoy re contento por eso. Logre muchas cosas en el camino,
pero la idea del viaje abarcaba el vivir unos meses. Cosa que se está
presentando difícil por varias razones (que me prometo van a ser resueltas). Una es la poca demanda de trabajadores, en otras palabras no consigo trabajo y en cualquier momento me quedo sin plata. Otra es la gente querida que quedo lejos, que no deja de ser menos importante que el hecho de estar desempleado.
¿Qué va a pasar? Es lo que no se, y es por
eso que hoy me doy cuenta que “soy dueño a medias de mi destino”, lo comparto
con un montón de variables externas. Como es el caso de que en Buzios está en
temporada baja. Y tanto pensar en el tema me acorde del principito y su
encuentro con el rey de manto color purpura, que decía “…la única forma que se
me obedezca es si soy capaz de dar órdenes razonables.”
Resumiendo, todos somos dueños de nuestra vida y
controlamos las cosas que se nos presentan, pero ¡No le pidamos peras al olmo!